viernes, 17 de diciembre de 2010

Si un día se te ven los Cortázar

Una noche cualquiera, en una calle cualquiera, una mujer te advierte los Cortázar que hay entre tus dedos. Y te empeñas en negarlo porque ni te sientes cronopio ni te sientes fama. (La Maga, qué Maga, no conozco ninguna Maga). Cuando una mujer te dice que se te ven los Cortázar es el momento de hablar con todas tus personalidades. Sentarlas en la despensa de los diccionarios. Empiezan a gritar al unísono, sin orden ni concierto. Maleducadas. Precedido de un cortejo de heraldos negros se levanta un Vallejo con el índice al viento, impone su derecho a morir en Paris, con aguaceros. Por un orificio de la nariz, desde el fondo de la masmédula, se te asoma tu Girondo, sube y baja, yoyea, nonea y se cansa de sus huesos. Pero siempre, sin explicación ni pretextos, entra en escena un Benedetti que te agarra del codo y te habla al oído, despacio, desimportando la importancia, como si las mayúsculas no existieran. El Huidobro que todos incubamos te eleva a lo más alto, te rompe los techos, ojo avizor de las rapaces, ¡que tiemble el cielo! Entre tanto desorden te miras a un espejo oxidado, te ves tal cara de Cernuda que se te desola la quimera. No te olvidas de tus yoes más clásicos, las veces que quedaste muerto a la cinco de la tarde, cómo sientes que el rayo no cesa y que siempre has sabido que decir «a voz a ti debida» es el eufemismo de los piropos de albañil que controlas con sudores. Y otras cientos de personalidades desubicadas, rencorosas.

Buscarte los poetas es acabar peleado con tus personalidades, aunque las sientes y procures darles turno de palabra. ¡Somos hijos de la ira!, grita un escurridizo Damaso. Y tu Sabina más desalmado se caga en todo lo cagable, porque ese Panero sólo te busca el instinto suicida que rebozan tus poros. Y quieres vivir solo, si escucharte los recuerdos, sin lecturas entre líneas, sin la memoria de Funes. Sólo quieres ser fulano de tal. De tal. Un desconocido, un yo concreto, definido, sin trazos ni lacras de tinta.

Una noche cualquiera, en una calle cualquiera, una mujer de melena imposible te dirá que imitas a Cortázar. Escúchala. Que no se note. Asiente. Que no se note. Sonríe. Que no se note. No pienses más de lo necesario, ni se te ocurra plantearte si tu casa está tomada. Que no se te note.

Tú y yo sabemos que estarás demasiado ocupado mirando sus ojos.

EMFA

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Tal vez no seas cronopio ni fama, tal vez lluevas esperanzas.

Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.

Bella tu prosa poética, genial este blog y el otro.La ciencia y la letra en perfecta armonía.

Eugenio Manuel dijo...

Anónimo: gracias por tus palabras. Decía ayer una amiga en un recital de poesía que a veces son buenas las palmaditas en la espalda. No soy dado a ellas, pero es cierto que en ocasiones te levanta el ánimo.

Y sí, tal vez lluevo esperanzas.

Anónimo dijo...

Para ti y tu bella prosa.
http://youtu.be/k3zTBfVvSGc

Eugenio Manuel dijo...

Una pieza preciosa, gracias.

Gon dijo...

Además de por lo que comemos, nos definimos por lo que leemos, y es muy divertido reconocerte y descubrirte en tus lecturas. Pero del mismo modo que somos producto de nuestras lecturas, también es cierto que, como dices, a veces hay que dejarlas a un lado, dejar de ver la realidad a través de nuestras referencias culturales y simplemente... disfrutar.

Si no hablamos antes, que tengas unas felices fiestas.

Eugenio Manuel dijo...

Gon, igualmente, si no nos vemos, te deseo felices fiestas.