jueves, 10 de febrero de 2011

Que me perdonen los muertos de mi felicidad

Cuando la felicidad llega, viene a instalarse, dejando tras de si un rastro de puertas y ventanas abiertas.

La felicidad no entiende de cerrojos ni persianas bajadas. Deja los candados para el odio y las envidias, deja que se oxiden las cadenas del aburrimiento en los corazones sin vida. La felicidad llega sin llamar a la puerta, porque no tiene nudillos para golpear, solo brazos que saben abrazar. Llega jaleando, eliminando barreras, déjala quedarse, a sus anchas, que dormite. La felicidad no entiende de cerrojos y persianas bajadas.

Cuando la felicidad llega, viene a llenar tu vida, y la exhalas, en cada movimiento. Su olor se percibe a manzanas de distancia, es inevitable, simple definición. Pero ese olor es insoportable para los llamados infelices, los aburridos, los sinvida. Y procuran expulsarla de tu estancia, con bombas fétidas, bajando las persianas, cerrando puertas y ventanas, buscándole candados, echándole las cadenas oxidadas de la envidia y el odio. No permitas que marchiten tu felicidad.

La felicidad de uno viene acompañada de odios, envidias y tristezas. Micciona altivo sobre los odios y las envidias. Pero llora las tristezas, pide perdón por los muertos de tu felicidad, los que no odian ni sienten envidia. «Quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad».

EMFA


6 comentarios:

Sophie dijo...

Me ha encantado, lo estoy mandando a diestro y siniestro :) Me ha pintado una enorme sonrisa en la cara a estas horas de la noche tras llevar casi 3 semanas de pura tralla, de no parar.

Anónimo dijo...

:) Muack.

Eugenio Manuel dijo...

Sophie, gracias

"Anónimo": :D

Anónimo dijo...

M'ancantao.
Que tengas un lunes feliz y que no te lo envidie nadie.

Axel Ricardo Márquez dijo...

Me lo tomo en préstamo para mi muro.

Eugenio Manuel dijo...

Por supuesto ;)